Después de 1951, Frida sufría dolores tan fuertes
que ya no era capaz de trabajar sin tomar sedantes…a veces con alcohol. Su
medicación, cada vez más fuerte, podría ser la razón de que sus pinceladas cada
vez eran menos precisas, las capas de pintura más gruesa, en contraste con el
preciso detalle de sus cuadros anteriores.
Este
es el último autorretrato de Frida. En este autorretrato, Frida se pintó como
una mujer joven con un retrato de Diego en su pecho y una cara que parece
Jesucristo en el sol. Como prueba de que nunca perdió su sentido del humor,
pintó un retrato de la actriz María Félix en su frente (María Félix fue una de
las amantes de Diego). Uno de sus perros también está representado en el
cuadro, con una actitud tierna y protectora.
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