La Casa Azul guarda grandes historias y secretos, es de los lugares turísticos y
culturales más representativos e importantes de la zona. Actualmente es uno de
los museos más concurridos en la capital mexicana: mensualmente recibe cerca de
25 mil visitantes, 45% de ellos extranjeros.
Esta casa perteneció a la
familia Kahlo desde 1904 y fue hasta el año de 1958 (cuatro años después de la
muerte de la pintora) cuando se convirtió en museo para que a gente pudiera
llenarse de la magia que destila este lugar.
Dentro del museo, se puede
percibir la profunda relación que existió entre Frida, sus pinturas y su casa,
las habitaciones muestran parte de la obra de la pintora y de su esposo Diego
Rivera, quien también vivió ahí.
La Casa Azul guarda algunas
obras muy famosas, entre las cuales destacan: Viva la Vida (1954), Frida y la
cesárea (1931), Retrato de mi padre Wilhem Kahlo (1952), entre otras.
Este museo se convirtió en
una síntesis del gusto de Frida y Diego, y de su admiración por el arte y la
cultura mexicana.
Ambos pintores coleccionaron
piezas de arte popular con un gran sentido estético. En particular, Diego
Rivera amaba el arte prehispánico. Muestra de ello es la decoración de los
jardines y el interior de la Casa Azul, donde se aprecian algunas piezas realmente
bellas.
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