Frida Kahlo y
Diego Rivera se llegan a conocer cuando Frida decide llevar algunos de sus
cuadros a Diego Rivera para que los evalué. Ella es una persona decidida con un
temperamento apasionado y difícil. Las secuelas psicológicas dejadas por su
accidente, sus dolores constantes y su pierna deformada la proveen de un
dramatismo y una pasión fuera de la común. Diego queda impresionado con las
pinturas de Frida, pero no es eso solo lo que le deja sin aliento. Se enamoro
completamente de Kahlo.
Ellos dos
comienzan una relación amorosa que culmina con su matrimonio en 1929, a pesar
del rechazo de la madre de Frida por esta unión.
Esta pareja nunca fue una pareja común, su amor y convivencia, lejos de ser la
calma y la placidez, es una tormenta desatada en todo momento.
Lástima que
no todo duro para siempre; la infidelidad por ambas partes fue una constante en
este matrimonio que se divorció en en 1940 para volverse a casar en 1941. No
tuvieron hijos, en 1932 Frida sufrió un aborto que la hundió más en la
desesperanza. Vivieron una vida difícil de soportar para los estándares comunes
de una pareja sobrepasando los límites de lo convencional, ya que la clave en
su matrimonio no siempre estuvo el amor también la pasión física y los
intereses políticos comunes.
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