Frida nunca pudo sentirse bien del todo… Los dolores la acompañaron durante toda su
vida. En sus últimos años de vida, también sufrió de anemia, le volvió a
aparecer la infección de hongos y tuvo un grave problema de circulación en la
pierna derecha que la llevaron a estar internada durante todo un año.
La internación y su delicado estado de salud no fueron
impedimento para continuar con lo que más le gustaba. Frida siguió pintando.
Incluso tuvo el entusiasmo y la voluntad de asistir a la primera exposición
exclusiva de sus obras en la Galería de arte contemporáneo de la Ciudad de
México. A pesar de que sus médicos se lo habían prohibido, allí estuvo presente
con el mejor humor en una cama de hospital en el centro de la galería. La exposición
fue todo un éxito.
Pero lamentablemente el final estaba cerca. Una infección de
gangrena le trajo como consecuencia la amputación de una pierna por debajo
de la rodilla y con ello un tormento de dolores físicos y psicológicos que
no podía soportar. De esta experiencia surge una de sus frases más conocidas e
inspiradoras: “Pies, para que los quiero, si tengo alas para volar”.
Ella misma plasmó en su diario íntimo la “tortura” que
padecía y los deseos de quitarse la vida: Frida tuvo dos intentos de suicidio
desde la amputación de su pierna. Las últimas palabras de su diario fueron:
“Espero alegre la salida y espero no volver jamás”

No hay comentarios:
Publicar un comentario